El trabajo diario de los caficultores es como un sensor de cambios. Con cada año de cosecha ellos han experimentado lo que otros dudan: el planeta ha subido su temperatura.
Lo dicen las inclemencias del tiempo ¡sin duda lo hemos experimentado!, la preocupación que genera un brote de roya en sus cafetales; plaga que los ha movido literalmente a más altura y a buscar soluciones más efectivas para proteger sus plantas de una enfermedad que no perdona.
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